Embolia de líquido amniótico
La embolia de líquido amniótico (ELA) es difícil de estudiar y documentar debido a la naturaleza infrecuente, esporádica e impredecible de su aparición. Como un trastorno de espectro, la manifestación puede variar desde asintomática hasta mortal, lo que hace que su incidencia sea difícil de determinar. Un grupo de trabajo bajo los auspicios de la Society for Maternal-Fetal Medicine y la Amniotic Fluid Embolism Foundation desarrolló criterios de diagnóstico uniformes de ELA para evitar el diagnóstico excesivo y la confusión con otras afecciones médicas.
Propusieron una tríada diagnóstica de afectación respiratoria y hemodinámica acompañada por coagulación intravascular diseminada estrictamente definida, y han establecido un registro para recopilar información clínica y muestras de análisis con la esperanza de identificar biomarcadores únicos
Actualmente, la ELA no puede predecirse ni prevenirse. No es una embolia ni está relacionada con el líquido amniótico, aunque el momento señala una brecha en la barrera normal y fisiológica entre la madre y el feto. El diagnóstico precoz y la reanimación intensiva son cruciales para el abordaje.
El cuadro clínico es similar al del síndrome de respuesta inflamatoria sistémica y a la anafilaxia, pero el diagnóstico es puramente clínico, y el tratamiento, de soporte. Para corregir la cianosis y la hipoxia es necesaria la intubación precoz y la ventilación con oxígeno al 100% y presión positiva al final de la espiración.
Es necesario el acceso intravenoso de gran calibre y la colocación de una vía arterial para el tratamiento y el control de la hemorragia y la coagulopatía. Si se produce una ELA antes del parto, se debe realizar una cesárea para mejorar la reanimación de la madre y la supervivencia del feto.
Después de la intubación, la ecocardiografía transesofágica puede ser útil para la evaluación y el seguimiento de la función cardíaca y del estado del volumen materno. Se pueden usar epinefrina y esteroides debido a la similitud con la anafilaxia. Suelen ser necesarios vasopresores, como la fenilefrina y la vasopresina, e inótropos, como la norepinefrina, para mantener la estabilidad de la situación hemodinámica materna
Son necesarios los hemoderivados, como el concentrado de eritrocitos, plasma fresco congelado (PFC), plaquetas y crioprecipitados, para reanimar a la paciente y tratar la coagulopatía.
Las pruebas en el punto de atención, como la tromboelastografía (TEG) o la tromboelastometría rotacional (ROTEM, rotational thromboelastometry ), pueden ser útiles para determinar la mejor proporción de transfusión de hemoderivados.
La coagulopatía probablemente esté relacionada con el factor tisular derivado de la unidad uteroplacentaria similar a la observada en el desprendimiento de la placenta. Esta situación es parecida a la de los pacientes gravemente enfermos con traumatismos, quemaduras o sepsis, en los que puede haber una eliminación deficiente de los microagregados e inmunocomplejos circulantes, lo que conduce a la inestabilidad hemodinámica y a la coagulopatía.
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